Hay un mensaje un poco distorsionado en la idea que los consumidores administramos justicia e impartimos igualdad social. En la realidad de los hechos, los consumidores sólo nos miramos el ombligo, estamos molestos porque no se consiguen productos importados, aunque ya está demostrado que ello provoca la “desigualdad” para los obreros o familias o el conjunto de personas que viven del trabajo en la fábrica local que lo produce.
Bajo la excusa de la calidad, libertad, derechos y toda una serie de palabras con las que los consumidores se auto convencen que son el baluarte de la lucha por todos los demás.
Las personas movilizándose por los derechos de otros, son las que se podría decir que tienen una conexión con la realidad del otro.
Los consumidores, somos otra cosa. Somos los culpables de cómo va el mundo natural, para atrás.
Tengamos en cuenta que el consumo no tiene bandera, ni especificaciones. Los mismos que golpean al gobierno por la situación económica, son los que piden por productos importados, compran productos que no son locales y pasean el prejuicio de producto importado mejor que el argentino.
Las multinacionales, sin duda, vive de producir lo que los consumidores les piden o desean, o encuentran el modo de tener ese conocimiento, ahora complicado y facilitado, a la vez, con las redes sociales. La información está en las redes sociales, blogs y sitios, esa es la parte fácil, la información está. La difícil es recopilarla y darle un curso de respuesta adecuada al marco extendido que es la internet.
Los consumidores con a su vez los que reclaman, pero cómplices en lo mismo que ellos generan, de lo cual se quejan, financian productos importados, financian la moneda extranjera.
La mayoría no comprende que eso que consume, tiene una larga cadena de consecuencias y viene de una larga cadena que alimenta esas consecuencias, en todo el trayecto, el consumidor es el principal actor, es la mano que se pinta a sí misma, ese famoso cuadro de Escher.
Las conquistas sociales, las escalas de la economía, la injusticia, están lejos de ser un objetivo para el poder de los consumidores.
Es al revés, los financistas, políticos, empresarios, están soportados en sus podios por los consumidores, mismos que se quejan de ellos.
Hasta el día que comprendamos que la capacidad de consumo no sea sostener a esos poderes, que se asocian con la voracidad de la adquisición vacía, vamos a ser esclavos de esos vacuos deseos.
Antes de comprar, pensá qué impacto en tu país provoca esa compra. Cada uno con su granito, puede aportar.
Mejor lo nacional. Apoyemos a nuestro país.